25 enero 2009

El cuerpo te pide

Una sensación de domingo insoportable me acosaba, la necesidad de algo y el no saber qué. Empecé por cajones y armarios, pero no estaba allí. Pensé que tal vez quería algo de música y no encontré mejor canción que una de Lisandro Aristimuño. Un minuto quince y lo apagué. Un libro de Cortázar, mi refugio infalible que, esta vez, falló durante tres líneas enteras. Cerré "La noche boca arriba" y fui a la cocina. El ausente chocolate me obligó a llenar la pava de agua que después serví en una taza con un saquito de frutilla y dos cucharadas de azúcar. Me envolví en una suave frazada y salí al patio a tomar mi té. Satisfecha. Vi el vapor saliendo de mi taza hasta que se incorporó a una nube. El viento hizo viajar a mi nube a un rincón de Puerto Rico, donde un muchacho andaba en bici. Se bajó, miró la luna, abrió la boca y una gota de lluvia cayó sobre su lengua. Una gota con sorprendente sabor a frutilla.

1 comentario:

Jonathan dijo...

esa! hola luli, un placer leer tu blog. buenisimo!
un abrazo!
jony