20 diciembre 2009

No creo en la Navidad. No representa nada para mí. Lo vivo como una simple excusa para estar con la familia, con amigos o con quien se desee, para comer y festejar; lo cual me parece bien. ¿Por qué necesitamos siempre un motivo para festejar? Yo, en el caso de navidad, no lo tengo. Simplemente vivo feliz y celebro eso.
Año nuevo, ¿qué significa? Es algo así como un ciclo que empieza, pero ¿quién decidió cuando? La Tierra de una vuelta completa alrededor del sol desde el primero de enero del año anterior ¿pero por qué ese día? Para mí es arbitrario, y por eso el año nuevo tampoco significa nada. La gente se propone cosas y metas cuando empieza un año; "Año nuevo, vida nueva" dicen. Yo no quiero una vida nueva, la mía me gusta.
En el último tiempo (que tal vez coincida con este último año) me pasaron varias cosas que quiero destacar: me enamoré, sin duda. Me enamoré de una forma y con una intensidad increíbles. Como en las películas, no pensé que me pasaría. Conocí gente creo, o al menos reforcé lazos con gente ya conocida. Me conocí a mí misma. Me conocí mucho más, mi personalidad, mi forma de ser, de vivir y de pensar, mis gustos y mis intereses. Conocí la música desde otro punto, el mío. Me arriesgué un poquito más a todo, a disfrutar. Respiré, y fui consciente de eso. Disfruté el aire como nunca lo había hecho y es precioso. Admiré el paisaje de todos los días, la ciudad done vivo que es maravillosa. Valoré los momentos más insignificantes, pero tan especiales al mismo tiempo. Absorbí todo lo que pude, música, cultura, arte, amor. Pasaron muchas cosas y disfruté como nunca.
Por otra parte, me propongo también muchas otras cosas; y me acuerdo de una tarjeta que me regaló mi hermano en un cumpleaños mío, en la que decía que el que aparecía ahí era Kronos, el Dios del tiempo. Yo tenía que pedirle un deseo y, no con el paso del tiempo, sino con mi esfuerzo, se iba a cumplir. Siempre me gustó mucho eso que decía, pero creo que nunca lo puse en práctica, así que eso me propongo. Me propongo, en principio, seguir disfrutando, que es lo que considero más valioso. Más puntualmente, voy a abrirme al mundo, a ser más tolerante. Voy a hacer lo que me gusta, lo que me hace bien. Y así espero que lo hagan todos. Feliz vida, con unas felices fiestas no me alcanza.

17 septiembre 2009

" - Mi vida es monótona. Yo cazo las gallinas, los hombres me cazan a mi, y todos los hombres se parecen. Por lo tanto, me aburro un poco. Pero, si tú me domesticas, mi vida se iluminará. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen regresar bajo la tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. ¡Y además, mira! ¿Ves, allá abajo, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los trigales no me recuerdan nada. ¡Y es triste! Pero tú tienes cabello del color del oro. ¡Así que será maravilloso cuando me hayas domesticado! El trigo, que es dorado, me hará acordar de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo..."

Le Petit Prince
Antoine de Saint-Exupéry

24 junio 2009



Cada tanto pienso en la sensación que me produce el hecho de terminar de leer un libro.
Es algo bastante duro; es el fin de toda la relación que tuve con él desde que llegó a mis manos, miré la tapa, leí el título, lo abrí, nos conocimos y empezamos a fusionarnos. A medida que avanzo en la lectura, tengo pensamientos del estilo de "si tardé una semana en leer esto, en otras dos lo termino", o empiezo a esperar y especular acerca del final. No sé muy bien por qué pienso tanto en el fin del libro, si sé que llegar va a ser cruel.
Siempre es lo mismo: llego a la última página, a la última línea, a la última palabra, a la última letra y, sin prisa y con temor, al masculino último punto. Mi intento por extenderlo siempre fracasa, siempre termina.
Lo que nunca sé es cómo seguir después de eso, cómo debería reaccionar ante el busco final de la relación que había construido con el libro. Ante la duda, lo cierro, y le clavo los ojos en la contratapa preguntándome "¿y ahora?"
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28 marzo 2009

Un cuidador de autos, árboles, un acordeón, vientito, la bici, veleros, hippies, motos, autos, la improvisada curita del dedo de mi pie, bicis, un heladero, tres nubes, la lastimadura de otro dedo del mismo pie, un derbake, más veleros, un alto parlante insoportable, mi pantalón azul, Broda en san miguel, algo así como una flauta o quena, el tren de la costa, una vespa rrrroja.

06 marzo 2009

Cuando veas una persona por la calle y para vos solo sea "una persona por la calle", pensá que es mucho más que eso: es un universo en movimiento constante, lleno de paisajes, cuidades y tierras vírgenes; un universo cargado de luz irradiando una energía infinita con ilimitados matices.
Cuando veas muchas personas por la calle, ya sabrás que no son solo "gente", sino muchos universos juntos y no paralelos.
Imaginate que distinta sería la sociedad si nadie pretendiese limitar esas energías y monopolizarlas.
Imaginate que distintos seríamos todos si tuviesemos conciencia de eso.

15 febrero 2009

Bergman

Voy a estar allí, mirando una secuencia de imágenes extrañas sin terminar de comprenderlas, sin dejar de acomodar mis piernas decenas de veces, sin encontrar la posición adecuada. Aunque lo intente, no lograré ubicar ese momento en mi calendario. Caminaré bajo la lluvia y aquel reloj no marcará la hora. En el camino de regreso, oiré el sonido del silencio que no se completa mientras observe las gotas cayendo con ojos cerrados.

03 febrero 2009

31 enero 2009

Era todo tan intenso y breve

Estoy en mi vereda, juego con mis lápices de colores y escucho unos sonidos cercanos. Alzo la vista y enfrente veo a un nene jugando solo.

Estaba arrodillado con mi juguete nuevo y era feliz. No necesitaba nada más. Miré la vereda de enfrente y vi una nena.

Se lo ve contento. No creo que quiera jugar conmigo.

Se la veía sola. Tuve ganas de invitarla a mi vereda.

Muero por jugar con él, pero no me animo.

Moría por jugar con ella, pero no me animaba.

Me paro con intención de cruzar pero aparece mamá en la puerta llamándome para que entre.

Cuando me decidí, la vi entrar a una casa de ladrillo.

Me doy vuelta y lo saludo con la mano pero no me mira.

Miré para abajo y me cayó una lágrima.

25 enero 2009

Pequeñín

Quiero guardar cada segundo de esos, cada una de esas sonrisas que no esconden nada porque no tienen necesidad de hacerlo, cada intento de palabra inocente.
Una persona tan pequeña, una energia tan intensa, un carisma y atracción inevitables.
Un alma que guarda solo lo bueno, que no tiene lugar para rencores ni ambiciones. Un abrazo en el que se cuelga como un mono, y así me pierdo en sus bracitos aferrados a mi cuello y sus piernas a mi cintura.

El cuerpo te pide

Una sensación de domingo insoportable me acosaba, la necesidad de algo y el no saber qué. Empecé por cajones y armarios, pero no estaba allí. Pensé que tal vez quería algo de música y no encontré mejor canción que una de Lisandro Aristimuño. Un minuto quince y lo apagué. Un libro de Cortázar, mi refugio infalible que, esta vez, falló durante tres líneas enteras. Cerré "La noche boca arriba" y fui a la cocina. El ausente chocolate me obligó a llenar la pava de agua que después serví en una taza con un saquito de frutilla y dos cucharadas de azúcar. Me envolví en una suave frazada y salí al patio a tomar mi té. Satisfecha. Vi el vapor saliendo de mi taza hasta que se incorporó a una nube. El viento hizo viajar a mi nube a un rincón de Puerto Rico, donde un muchacho andaba en bici. Se bajó, miró la luna, abrió la boca y una gota de lluvia cayó sobre su lengua. Una gota con sorprendente sabor a frutilla.
Hoy mucha gente está vestida de traje caminando sin saber a donde. Están apurados mirando su reloj de pulsera. Para ellos, un día es igual a otro, monótono. Blanco, negro y, tal vez, el azul de la corbata. Por un día, una tarde, cambiemos el asfalto, los ruidos y las luces por pasto, sonidos y colores. Te invito a jugar y escaparte de todo. No te vistas de traje hoy. Buen día.

La noche boca arriba

Acostados sobre un colchón de pasto, mirando el cielo oscuro con pintitas blancas de cuaderno. La suavidad de los dedos entrelazados, el silencioso y presente sonido de la respiración. Saboreando el chocolate de los labios, oliendo el perfume de hombre en la noche boca arriba.

La orilla que nos rodea

Dejo caer la bicicleta agotada y me desarmo a su lado El mullido pasto me acuna mientras mis brazos y piernas se despliegan. Mis ojos se fijan en el cielo, mis oídos se pierden en los tamborileos. Bebo aire entibiado por el sol, lo paseo por cada parte de mi cuerpo, cargando mis pulmones de vida que libero de a gotas sobre mi cuaderno ya humedecido.