31 enero 2009

Era todo tan intenso y breve

Estoy en mi vereda, juego con mis lápices de colores y escucho unos sonidos cercanos. Alzo la vista y enfrente veo a un nene jugando solo.

Estaba arrodillado con mi juguete nuevo y era feliz. No necesitaba nada más. Miré la vereda de enfrente y vi una nena.

Se lo ve contento. No creo que quiera jugar conmigo.

Se la veía sola. Tuve ganas de invitarla a mi vereda.

Muero por jugar con él, pero no me animo.

Moría por jugar con ella, pero no me animaba.

Me paro con intención de cruzar pero aparece mamá en la puerta llamándome para que entre.

Cuando me decidí, la vi entrar a una casa de ladrillo.

Me doy vuelta y lo saludo con la mano pero no me mira.

Miré para abajo y me cayó una lágrima.

25 enero 2009

Pequeñín

Quiero guardar cada segundo de esos, cada una de esas sonrisas que no esconden nada porque no tienen necesidad de hacerlo, cada intento de palabra inocente.
Una persona tan pequeña, una energia tan intensa, un carisma y atracción inevitables.
Un alma que guarda solo lo bueno, que no tiene lugar para rencores ni ambiciones. Un abrazo en el que se cuelga como un mono, y así me pierdo en sus bracitos aferrados a mi cuello y sus piernas a mi cintura.

El cuerpo te pide

Una sensación de domingo insoportable me acosaba, la necesidad de algo y el no saber qué. Empecé por cajones y armarios, pero no estaba allí. Pensé que tal vez quería algo de música y no encontré mejor canción que una de Lisandro Aristimuño. Un minuto quince y lo apagué. Un libro de Cortázar, mi refugio infalible que, esta vez, falló durante tres líneas enteras. Cerré "La noche boca arriba" y fui a la cocina. El ausente chocolate me obligó a llenar la pava de agua que después serví en una taza con un saquito de frutilla y dos cucharadas de azúcar. Me envolví en una suave frazada y salí al patio a tomar mi té. Satisfecha. Vi el vapor saliendo de mi taza hasta que se incorporó a una nube. El viento hizo viajar a mi nube a un rincón de Puerto Rico, donde un muchacho andaba en bici. Se bajó, miró la luna, abrió la boca y una gota de lluvia cayó sobre su lengua. Una gota con sorprendente sabor a frutilla.
Hoy mucha gente está vestida de traje caminando sin saber a donde. Están apurados mirando su reloj de pulsera. Para ellos, un día es igual a otro, monótono. Blanco, negro y, tal vez, el azul de la corbata. Por un día, una tarde, cambiemos el asfalto, los ruidos y las luces por pasto, sonidos y colores. Te invito a jugar y escaparte de todo. No te vistas de traje hoy. Buen día.

La noche boca arriba

Acostados sobre un colchón de pasto, mirando el cielo oscuro con pintitas blancas de cuaderno. La suavidad de los dedos entrelazados, el silencioso y presente sonido de la respiración. Saboreando el chocolate de los labios, oliendo el perfume de hombre en la noche boca arriba.

La orilla que nos rodea

Dejo caer la bicicleta agotada y me desarmo a su lado El mullido pasto me acuna mientras mis brazos y piernas se despliegan. Mis ojos se fijan en el cielo, mis oídos se pierden en los tamborileos. Bebo aire entibiado por el sol, lo paseo por cada parte de mi cuerpo, cargando mis pulmones de vida que libero de a gotas sobre mi cuaderno ya humedecido.